Como toda la parroquia nacional, finalizado el verano, ustedes habrán estado angustiosamente preocupados por una noticia que todos los medios de comunicación, desde el más sofisticado satélite hasta la más modesta hoja parroquial, se han encargado de difundir para mantener informado al pueblo sin distinción de razas, sexos ni credos. Porque un pueblo informado es un pueblo con poder, con futuro y con muchisimas cosas más que ahora no vamos a relatar aquí pero que se dejan notar a poco que se mire. La noticia ha sido esta: Cristiano Ronaldo, futbolista que le da lustre a la mejor liga del mundo y que es la nuestra... ¡ ha estado triste! Es más.. No podemos asegurarles que cuando este artículo esté viendo la luz, semejante tragedia habrá sido ya superada por este divo del pelotón. Sea como sea el estado anímico de esta figura internacional, no deja de ser una noticia sencillamente espantosa. `` El futbolista está triste...¿ Qué tendra el futbolista?... Nada que ver este verso con ninguno de los que firmara el ilustre poeta chileno. Les puedo asegurar que, modestia aparte, ese verso es mío...
Sim embargo, miren por dónde, no es nuestra idea venir aquí a escribir palabras de aliento ni para Don Crstiano ni para aquellos sufridores suyos que con el comparten la pena que a el le agobia. No. No nos sentimos capacitados. Es mas. Hemos de constatar aqui, aun a riesgo de resultarles a ustedes un servidor, un tanto impio y por demas duro de corazon, a mas de insensible dentro de lo que cabe, que por mas que intentamos, la tristeza de Don Cristiano no es que nos produzca regocijo alguno, pero desde luego está muy lejos de hacernos llorar. Citamos el caso, considerado como fenómeno social inaudito, que nos ha hecho pensar que la verdad es que uno, en su candorosa inocencia, había creído siempre que entre un partido de balompíe y, por ejemplo, el desembarco y la batalla de Normandía, existía una notable diferencia. Quizás pequeña, eso sí. Pero en cualquier caso diferencia al fin y al cabo. El ''problema psiquico'' de Don Cristiano nos ha hecho volver la vista hacia esto del Fútbol. Y hacernos ver las cosas claras. Uno creía que la cosa balompédica consistía en juntar a once atléticos caballeros, enfrentarlos a otros once, prestarles un pelotón y encargarles que a base de patadas y cabezazos llegaran a introducir entre los tres palos de la llamada portería, respetando naturalmente unas leyes del juego, el citado curvilineo utensilio. Y punto y se acabo. Pero no. Uno, una vez más, ha tenido que rendirse a la evidencia y reconocer que su ignorancia sobre muchas cosas, empieza a ser alarmante. Porque la verdad es que esto del balompíe, la realización plena y profunda de un enfrentamiento entre dos equipos que practiquen este delicadisimo y apasionante evento, requiere una inteligencia, unos estudios, una filosofia, un planteamiento, un desarrollo y una estrategia que ya hubiese querido para si Don Napoleón cuando asombraba al mundo organizando aquellos despliegues que tantos quebraderos de cabeza le dieron a Wellington y al Alcalde de Móstoles. Hay que reconocerlo: Contemplando un encuentro de futbol y escuchando a los comentaristas, explicadores y entendidos a traves de radios y televisiones o a los entrenadores de los futbolistas, a uno no le queda más remedio que rendirse a la evidencia y entender que el futbol como la obra artistica de Tapies, las peliculas de Almodovar, los modelines de Agata Ruiz o la famosa teoria de Einstein, se desenvuelve entre lo mas empirico del Arte, lo mas excelso de la trascendencia filosofica y el hecho de dejar escurrir la miccion lejos del vaso de noche o bacinilla. Segun hemos podido escuchar por boca de ilustres comentaristas y de estudiadisimos preparadores de equipos de futbol, para la puesta en escena de un encuentro balompedico, (y no nos inventamos nada), hay que fijar a los defensores en su lugar teorico, procurar mantener la mente en blanco hasta acercarse a la linea donde el zaguero goza de todas las prerrogativas y, una vez alli, atender al automatico reflejo cerebral del goleador nato para lograr el tanto o conseguir al menos que el peloton cruce la linea ''a nivel de corner''... Eso sin contar que hay que ensanchar las bandas, abrir el campo para conseguir una operacion envolvente de ataque por los flancos y aprovechando el desdoblamiento del atacante libre, quebrantar a la defensa contraria y burlar a continuacion al guardameta, mandando el esferico al palo contrario. Todo esto contando naturalmente, segun hemos podido escuchar tambien en una retrasmision de un partido por television con que '' al apropiarnos de la zona central de la cancha, tenga mas movilidad el abastecedor de bolas...''. Aquello de ''pasamela Manolo que voy a endiñar un pelotazo que no veas'', ha quedado de lo mas obsoleto. Ahora el futbol es estrategia, ingenio, despliegue de planteamientos en funcion del comportamiento del contrario que raya en la genialidad y la mas absoluta de las reperas y la mismisima releche. Eminentes caballeros leidos y escribidos hasta el mas desbordante despiporre venidos de allende los procelosos mares y eruditos explicadores nacionales imparten para la ilustracion del pueblo a traves sobre todo de las televisiones, lecciones de futbol, ampliando asi mas todavia si cabe, los programas culturales con que esos maravillosos medios de informacion y atontamiento, nos abruman. Sobre mapas maquetas, emulando gestas que a Federico el Grande maniobrando con su infanteria o a Rommel con sus tanques les hubieses dejando en puros pañales, inteligentisimos y desinteresados entrenadores, asistidos de sociologos, psicologicos, masajistas, medicos, preparadores fisicos, cocineros, practicantes, psicoterapuetas, sexologos, capellan, asesor juridico, jefe de prensa, directivos, consejeros, ayudantes, el que lleva el agua y el chaval de los recaos, mueven y despliegan a sus futbolistas, analizan los terrenos, espian por esos mundos de Dios a sus rivales y estudian al enemigo para ofrecer sobre poco mas o menos un centenar y medio de horas de vibrante espectaculo al año, en el que puede contemplarse al idolo de turno, gambetear por el prado y regalar ese orgasmo balonero que sin duda se debe sentir la aficion al lograr la feliz penetracion del peloton en la porteria...
Y, en consecuencia, debe entenderse entonces la tristeza de ese hombre, sea quien sea, que no siente en sus carnes la veneracion del pueblo ante esos logros goleadores y como debe ser dolorosamente triste como no le pitan un penalti en ninguna de las trescientas siete veces que, por termino medio, cae abatido ese deportista ejemplar sobre el verde y cuidado cesped en cada partido.
Y es que al futbol, se le ha calificado con esa tapapuertez de fenomeno social... ¡Y eso es poco! El espectaculo del peloton, que a uno le recuerda algo que ahora mismo no cae en la cuenta de quien fue quien lo dijo, pero que se referia, creemos recordar sobre la religion que era como nose que del pueblo, (y perdonesenos nuestra falta de memoria), a juzgar por como se expresan eruditos, entrenadores, comentaristas, adjuntos, significativos cascantes y demas gentes que viven (¡ y como viven!) de este negocio, es algo muchisimo mas profundo, complicado y digno de ser estudiado de lo que parece entender Manolo el del bombo. Jugar un partido de futbol va mas alla,mucho mas alla de lo que un cerebro de medio pelo y a medio uso puede entender, Tanto es asi que nosotros estamos seguros de que si en la epoca del Renacimiento hubiese existido el balompie debidamente federado como existe ahora... ¡que gran entrenador hubiese sido, por ejemplo, Leonardo Da Vinci!.
FRANCISCO RUIZ PURON.
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