miércoles, 16 de mayo de 2012

SIMPLEMENTE FUTBOL



Se dice que hay varias clases de amor y que el más puro es el que implica una unión entre amado y amante que transciende lo físico. En estos casos se desechan las cualidades exteriores y, mientras no varíe el interior, la llama de la pasión persistirá.
Amar espiritualmente a alguien no implica descuidar el aseo personal. Por eso cada mañana al levantarme me lavo la cara y me cepillo los dientes. Hoy no es una mañana cualquiera, hoy he quedado con él. Me pregunto qué estará haciendo, yo no paro de pensar en él. Esta tarde va a ser grande. Me encanta ir a su casa y disfrutar del ambiente, me excita esa incertidumbre  de no saber con que me va a sorprender esta vez y la verdad es que cada vez que voy a visitarle me siento especial. Cuando estoy con él, me siento parte integrante de una élite. Sé que tiene muchos pretendientes y que muchos sienten lo mismo que yo pero no me importa, solo espero que me recompense y me haga sonreír.

Solo lo veo una vez a la semana, el trabajo no me permite demasiadas licencias. Aguanto ocho horas al día, cinco días a la semana y él se ha convertido en mi premio más ansiado. Le defiendo a capa y espada ante cualquier afrenta y creedme, muchos son los que ponen en duda su honor pero, donde otros ven campesinas mostachudas yo veo doncellas excelsas.
No sé exactamente cuando empecé a amarle, ya no me acuerdo, quizás sea algo genético. Solo sé que sudo y se me acelera el pulso cuando le hago compañía, solo sé que tartamudeo y hago locuras, solo se que me emociono cada vez que  accedo a la tribuna de un estadio.





 TEXTO EXTRAIDO DE FUTBOL DE LUJO.
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