Hubo un tiempo en el que San Paolo estaba lleno. En el que podías pasear por las estrechas y empinadas calles, y disfrutar de los retratos y pintadas sobre Maradona. Aún a día de hoy siguen allí, inalterables con el el paso del tiempo.
Una época en la que se descorchaban botellas en los pubs de moda para celebrar los éxitos del equipo local.
Bajo los sempiternos castillos, cuyas fachadas muestran que hubo un tiempo mejor, se puede disfrutar de un suculento plato de pasta mientras pierdes la mirada hacia el Vesubio.
Como habréis captado, Nápoles es una tierra de tradiciones y costumbres: culturales, gastronómicas, arquitectónicas y deportivas. Es imposible explicar Nápoles sin la Societa Sportiva Calcio Napoli y al contrario.
Todo comenzó con Maradona y Giordano. Año 1984, mes de Julio, en concreto un 5 de aquel mes. Un día en el que apareció Diego Armando Maradona en un San Paolo lleno, abarrotado. El debut oficial se hizo el 16 de Septiembre de 1984 consiguiendo a final de temporada un tercer puesto en la liga doméstica.
En el 85 bajo las ordenes de Ottavio Bianchi llegó un delantero rápido, listo y con una capacidad asociativa fuera de toda duda. Un delantero nacido en el popular barrio de Trastevere en Roma. Era el segundo componente de la delantera MAGICA. Era Giordano.
El resultado, os lo imagináis no, primer Scudetto para el Nápoles. Era un 10 de Mayo de 1987 y un gol de Carnevale que nació de las botas de Maradona y Giordano.
En tiempo record, el Nápoles pasó de ser un equipo modesto, a pelear y ganar a los grandes clubes del norte como Juventus e Inter.
La ciudad de Nápoles respiraba fiesta. Un pueblo rendido ante Maradona y el crimen organizado dejando paso a la fiesta del fútbol. El año acabó con la conquista de la Copa de Italia.
El siguiente año, el objetivo era claro, hacer un buen papel en Europa, torneo que jugaba por primera vez en la historia.
Para ello, era necesario, contratar a un delantero más. El elegido fue Antonio de Oliveira, Careca. Delantero centro titular del Brasil de finales de los 80 y principios de los 90. Un diamante más de la fábrica brasilera. Un delantero poderoso y tecnicamente sublime que llegó procedente del Sao Paulo y que constituyó junto a Maradona y Giordano una delantera mortal.
Dicen algunos que Maradona creaba, Giordano desbordaba y Careca remataba.
La primera ronda de la Copa de Europa fue desastrosa. Un Madrid imperial (Quinta del Buitre) apeo a un Nápoles incapaz de hacer frente al conjunto español. Un 2-0 en Madrid y un 1-1 en San Paolo condenaron al Nápoles con seguir soñando en Europa.
Sin embargo, ese 1987-88 fue el principio del fin de Maradona. No llegó ningún titulo tras un último mes terrible. Cuatro derrotas en 5 partidos y el AC Milan campeón. Comenzaba el Milan de Sacchi. Un partido contra el Milan perdido por 2-3 en San Paolo alzó al Milan y hundió al Nápoles. La temporada acabó con la marcha de Giordano.
El consuelo llegaba de Europa, la Copa de la UEFA. Tras pasar ronda, el Nápoles se enfrentaría a la todopoderosa Juventus en cuartos de final. En Turin, un 2-0 que ponía contra las cuerdas al conjunto del sur. Mradona todavía quería decir algo.
Una Juve sin Platini, Tardelli o Scirea, pero con Laudrup, Ruis Barros o el veterano Allobelli.
Imaginaos la vuelta en San Paolo. Un partido que pasó a la historia y que permanece en la mente de todo napolitano y aficionado al fútbol.
Una Juve sin Platini, Tardelli o Scirea, pero con Laudrup, Ruis Barros o el veterano Allobelli.
Imaginaos la vuelta en San Paolo. Un partido que pasó a la historia y que permanece en la mente de todo napolitano y aficionado al fútbol.
Una Juve indefensa, un San Paolo volcado. ¿Qué mejor víctima que la Juve? Tras los goles de Maradona y Cavernale se llegó a la prórroga. En ella, el líbero Renica, cabeceo un balón puesto por Maradona que valía el pase a semis ante el Bayern Munich.
Unas semis más faciles de lo normal. Un Bayern sin Brehme ni Mathauss, fichados meses antes por el Inter. Un 2-0 en San Paolo y un 2-2 en el Olímpico de Munich. Se llegaba por fin a la final. El rival, otro alemán, el Stuttgart.
Un Stuttgart con el joven Jurgen Klinsmann, con Katanec o Eike Immel.
En San Paolo se ganó 2-1 con goles de Maradona y Careca. Este último en el minuto final del encuentro.
El 17 de mayo de 1989, en el Neckarstadion se empató a 3. Maradona y Careca se lucieron y el Nápoles alzó , por primera vez la Copa de la UEFA. En ese tiempo la camiseta del Nápoles con publicidad de Buitoni ya era conocida en el mundo entero.
A Maradona le quedaba poco. Llegó a un equipo modesto y construyó un equipo campeón. Un equipo que había aprendido a ganar.
En la 1989-90 Maradona cerró su etapa triunfal con otro Scudetto. Un título que ganó al mismisimo Milan de los holandeses.
En 1991 todo acabó, Maradona sancionado por dopaje. Un cierre a un capítulo irrepetible.
Una región, unas costumbres y unos colores que con el paso de los años aun perdura, y por mucho tiempo.Por los siglos de los siglos.
Unas semis más faciles de lo normal. Un Bayern sin Brehme ni Mathauss, fichados meses antes por el Inter. Un 2-0 en San Paolo y un 2-2 en el Olímpico de Munich. Se llegaba por fin a la final. El rival, otro alemán, el Stuttgart.
Un Stuttgart con el joven Jurgen Klinsmann, con Katanec o Eike Immel.
En San Paolo se ganó 2-1 con goles de Maradona y Careca. Este último en el minuto final del encuentro.
El 17 de mayo de 1989, en el Neckarstadion se empató a 3. Maradona y Careca se lucieron y el Nápoles alzó , por primera vez la Copa de la UEFA. En ese tiempo la camiseta del Nápoles con publicidad de Buitoni ya era conocida en el mundo entero.
A Maradona le quedaba poco. Llegó a un equipo modesto y construyó un equipo campeón. Un equipo que había aprendido a ganar.
En la 1989-90 Maradona cerró su etapa triunfal con otro Scudetto. Un título que ganó al mismisimo Milan de los holandeses.
En 1991 todo acabó, Maradona sancionado por dopaje. Un cierre a un capítulo irrepetible.
Una región, unas costumbres y unos colores que con el paso de los años aun perdura, y por mucho tiempo.Por los siglos de los siglos.
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